Seppptiembre, 14 de 2022
Por, Manuel Giraldo B.
Juan 3, 13-17: “Lo mismo que Moisés elevó la serpiente en el desierto, así tiene que ser elevado el Hijo del hombre, para que todo el que cree en él tenga vida eterna”.
Amadas hermanas y hermanos: La cruz de Cristo no fue un «designio de Dios», sino un designio humano, estrictamente humano. Jesús, por su parte, tampoco buscó la cruz: En Getsemaní dijo a su Padre: «Pase de mí este cáliz», por lo tanto nunca deberá ser buscada la cruz, por sí misma, por parte de nosotros sus discípulos. Aquel ¡Salve, Cruz, esperanza única! del adagio clásico, hay que tomarlo con muchas «cautelas» en la forma de entenderlo. Ni Dios, ni Cristo «aman la Cruz», ni nosotros debemos «amarla», sino que, al contrario, debemos «combatirla». La tarea del cristiano, como la de Jesús, es, precisamente, combatir la cruz, liberar del sufrimiento al ser humano. Claro que, al luchar contra la cruz ocurre que se levanta la animosidad de los que están interesados egoístamente en los mecanismos de opresión, personas y estructuras que imponen una cruz sobre quienes luchan por liberar al ser humano de toda cruz. Otro dicho más moderno y más correcto dice: «Busca la Verdad, la Cruz ya te la pondrán». No hay que buscar la cruz, aunque no hay que retroceder un milímetro en la Verdad y en la lucha por la Justicia, por el miedo a la cruz que nos impondrán…
Hermanas y hermanos: En definitiva, lo que necesitamos exaltar no es la cruz, sino el coraje de Jesús, que optó por el Reino y por el amor, sin temor a la cruz que previó y estaba seguro que le iban a imponer. La exaltación de la fidelidad de Jesús a la Causa del Reino es el verdadero contenido de esta fiesta.
Un feliz miércoles en nuestro amado Maestro Jesucristo.