Redacta, Manuel Giraldo Barrera.
Juan 7, 1-2.10: “En aquel tiempo, recorría Jesús la Galilea, pues no quería andar por Judea porque los judíos trataban de matarlo. Se acercaba la fiesta judía de las tiendas. Después que sus parientes se marcharon a la fiesta, entonces subió él también, no abiertamente, sino a escondidas”.
Queridas hermanas y hermanos: Quizás muchas veces nos preguntamos: ¿Por qué Jesús tiene que morir como un fracasado? Dios lo entiende de un modo nuevo y diferente: para Él, morir no es siempre fracasar, y vivir no es siempre tener la victoria. En Él, la vida está en función de cuánto se aporta, qué tiene de entrega y cuál es el legado que deja para las nuevas generaciones. Cuando nosotros comprendemos esto dejamos a Dios entrar en nuestra mente y en nuestro corazón. Jesús echó a andar un proyecto que de por sí parecía destinado al fracaso: “morir para vivir”. Esta Vida Nueva la encarnamos las personas que continuamente estamos «cercadas por olas mortales», envueltas por «las redes del abismo», o «por los lazos de la muerte”; personas indefensas que solo tenemos una opción: confiar en la misericordia de Dios y salir cantando «El Señor es mi fortaleza, mi roca, mi alcázar, mi fuerza salvadora, el baluarte de los que se acogen a Él».
Preguntémonos hoy: ¿De dónde viene la fuerza de nuestros proyectos y los esfuerzos que hacemos por el Reino? ¡Seamos signo providente de Dios para quien nos necesita!
Un feliz viernes en nuestro amado Maestro Jesucristo.